No sabia su nombre y no me importaba
La escuchaba constantemente
A veces era mi madre, y es que sonaba tanto a ella!
Otras era mi dulce maestra.
No sabía su nombre, pero ahí estaba, presente, constante, guiadora,
esperando escondida para susurrarme una respuesta que a veces no parecía la correcta.
No sabia su nombre, no quise saberlo, pero no me abandonó,
me tendió su mano firme y poderosa hasta salir del capullo.
Un día, ya mariposa, escuché atentamente... Reconocí mi propia voz..
sin vacilaciones, con la certeza de no dudar que lo que escuchaba era lo correcto.
No sabía su nombre y me guió en cada momento del camino.
No sabía su nombre y me salvó.
No sabía su nombre..... Y hoy lo supe.......
Ética
Yenny Díaz Lisboa
No hay comentarios:
Publicar un comentario